23.5.13

SAVOIR VIVRE


Un viaje siempre genera emociones, sea cual sea el objetivo del mismo. Es una experiencia que generalmente va de la mano con expectativas, sueños e ilusiones, y que de alguna manera rompe con la cotidianidad, con lo que acostumbramos hacer en nuestro diario vivir.

Esto se vuelve mas claro cuando volamos en avión, por  el hecho de estar suspendidos en el aire, entre medio de las nubes y con el cielo al alcance de las manos, nos situa en una perspectiva distinta, donde lo terrenal se vuelve lejano, distante, pequeño.

Es precisamente esa perspectiva diferente la que nos brinda una oportunidad de disfrutar este viaje como una experiencia nueva. La distancia nos ayuda a desconectarnos de la rutina y a dejar atrás todas las preocupaciones tan propias del dia a dia, que muchas veces nos estresan y nos impiden apreciar las cosas simples de la vida. En ese sentido creo que el viajar nos permite “alivianar” nuestras mochilas emocionales, efecto que podemos hacer nuestro y sentir desde el momento del mismo despegue.

“Aquel que quiere viajar feliz debe viajar ligero”, decía Antoine de Saint-Exupery, un aviador francés.

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